miércoles, 10 de septiembre de 2008
La poesía salvadoreña sobrenada la corriente impetuosa de la historia de EL SALVADOR. Nace con la Independencia, en el tercer decenio del siglo XIX. El signo personal del salvadoreño-afanoso, práctico, discreto pero seguramente cordial- está de acuerdo con el ámbito escarpado, transparente y capitoso de la breve zona volcánica y costera que parece desbordar su pecho sobre la espuma viva del Océano, conocido por los antiguos españoles como la mar del Sur, y esa naturaleza, y ese hombre fundido en ella, han producido también su poesía.
Ahogo, marginalidad y coraje: he ahí el círculo en que bracean todos nuestros poetas. Y frente a esas realidades no hay mayores diferencias por el origen o por la situación personal.
Ahogo, marginalidad y coraje: he ahí el círculo en que bracean todos nuestros poetas. Y frente a esas realidades no hay mayores diferencias por el origen o por la situación personal.
A los poetas de El Salvador les cuesta soltar la libre vena, porque son poetas del polvo, de la piedra, de la lava calcinada, y sobre ellos caen las lluvias tan torrencialmente que casi no se sienten. Muchos, por eso, se refugian bajo una lírica sombría, y desde ahí contemplan el ventarrón.
Con toda naturalidad se ha venido dividiendo nuestra historia poética en dos etapas: antes de Gavidia y después de Gavidia porque él representa la primera culminación insoslayable, indubitable, sin embargo, debemos reconocer que hay antecedentes valiosos en la búsqueda de la visión panorámica. En primer lugar, la "Guirnalda Salvadoreña" (Colección de Poesías de los Bardos de la República de El Salvador precedidas de apuntes biográficos y juicios críticos sobre cada uno de sus autores, por Román Mayorga Rivas; tres tomos, San Salvador, 1884, 1885, 1886) Libro fundamental para nuestro siglo XIX. Abundante, generoso, prolijo. ¿Qué haríamos sin él?. Nuestros poetas de la época casi no publicaban libros; colaboraban en periódicos efímeros, en revistas de escasa proyección, pero quedaron al menos, ahí en la "Guirnalda", recopilada acuciosamente por un joven nicaragüense que para siempre se afincó en la cultura salvadoreña. Luego, el "Parnaso Salvadoreño", recogido por Salvador Erazo, publicado en Barcelona, en 1917. En el año 1951 por el profesor Francisco Espinoza (1951), "Poetas Jóvenes de El Salvador", recopilación de José Roberto Cea (1960); un número de la Revista Cultura, el 54, en el que aparece una selección hecha por Claudia Lars(1969); y la "Antología General de la Poesía en El Salvador" preparada por José Roberto Cea, a partir de Gavidia y que comprende sólo unos cuantos poetas:
- Carlos Bustamante
- Julio Enrique Avila
- José Valdés
- Alberto Guerra Trigueros
- Raúl Contreras (Lidia Nogales)
- Arturo Ambrogi, entre otros.
Entre los post-modernistas americanos cabe mencionar a: Porfirio Barba Jacob y Gabriela Mistral.
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